Coherencia
- cufaneo
- 6 nov 2012
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La Iglesia católica está en crisis. Un sumo pontífice que renuncia rápidamente y explica que no tiene la energía necesaria para seguir, es la puerta a reflexionar y especular sobre cuáles pueden ser los verdaderos motivos del alejamiento. Claro que esta crisis quizás no esté dada en la influencia política que sigue conservando una de las máximas corporaciones mundiales. Capacidad que se trasluce en presionar y en seguir sentándose en las mesas más oscuras para torcer determinaciones populares. Son contados los casos donde se “quedan afuera”. Está crisis está basada en que es justo esa capacidad de presionar y de

inmiscuirse en derechos que reclaman las minorías lo que lleva a la Iglesia a exponerse con su caterva de argumentos retrógrados. Como si se tratara de una pronunciada cascada, son esos mismos argumentos lo que llevan a la pérdida de fieles, y de legitimidades cada vez más pronunciadas. En muchos sectores se festejó el nombramiento de Bergoglio, como “el primer Papa argentino”. Pero también en otros las diferencias que tienen muchos sectores de la militancia popular se vieron nuevamente acentuados. Las complicidades de la cúpula eclesiástica argenta con la última dictadura cívico militar cada vez más muestra los porosos vínculos con los que se construyeron alianzas con lo más rancio de la oligarquía. Que hoy se haya elegido como CEO eclesiástico a un cura señalado como entregador de miembros de su propia estructura es toda una declaración de principios. Si algo hay que reconocerle a la Corporación católica es que abunda en coherencia. Si el anterior representante tejió oscuros vínculos con el nazismo, ahora podríamos señalar que fue seleccionado un representante que se desarrolló junto a un Terrorismo de Estado más “moderno”. Claramente el actual no es “el” momento más crítico por el que atravesó la Iglesia. Las reformas luteranas pusieron en cuestión el poder que centralizaban los máximos pontífices y la incidencia que tenían en la vida particular. Lutero, luego de ser excomulgado, cuestionó duramente los principios eclesiásticos y así se produjeron levantamientos contra el rey secular y el de los fieles. Lutero planteó la independencia del poder secular, pero incluso más allá disparo contra las bases de toda la corporación. Al tiempo de concebir que la representación de Dios en la tierra no estaba guardada para el poder eclesiástico, sino que la verdadera Iglesia la componían la comunidad de todos los creyentes. Así, todos los católicos eran sacerdotes. Lo que negaba la legitimidad a toda la estructura Papal. Quizás vaya a siendo tiempo de empezar a revisar viejos escritos de Martín Lutero y entender que la Iglesia católica es una corporación como cualquier otra empresa multinacional capitalista, pero que su principal herramienta es un credo. Puede que vaya siendo el momento la cúpula eclesiástica deje librado a los propios pueblos la capacidad de decidir sin dogmas mediantes.