El viejo
- cufaneo
- 18 jun 2016
- 2 Min. de lectura
Ahora entiendo al Karpo.

“No puede ser que esto me preocupe…” (1) me encontré reflexionando al verme al espejo.
El ánimo irascible me visita cada vez más seguido. En principio creí que sólo se trataba del cansancio por la vida que aprieta cada vez más y que nos hace suspirar cada vez menos.
El problema comenzó cuando encontré las contradicciones que forman mi manera de pensar. Un domingo tempranero, entre mate y bizcocho, el diario se leía frente a mí. Repasé una noticia, traté de entenderla, sin profundizar demasiado. Horas más tarde, cuando volví a la lectura de esas mismas páginas y me choqué con la misma noticia, me sorprendí con una reflexión distinta del mismo tema. “No se ya qué pensar, si ya no se qué es lo que pienso”.
No había mediado entre una lectura y la otra algo que haya cambiado sustancialmente aquello que había pensado en un principio. Claro que en ese momento desconocí mi primera opinión de la segunda. El problema surgió cuando las encontré en el mismo espacio de pensamiento. Como dos trenes que se dirigen en sentido opuesto, con destino al choque, saltaron las dos posibilidades. Y ahí estaba, tratando de encontrar la razón para esas dos posturas, sin llegar a buen puerto. Hasta que abandone la mediación entre dos cosas que me parecían imposibles de conciliar.
El malhumor que cargo en los bolsillos lo tengo a la orden del día, aparece como el sol todos los días, como la luna todas las noches. Situaciones cotidianas que otrora fueron cosa sencilla hoy son ronchas imposibles de disimular. “Para qué tantos años de experiencia, si ahora me doy cuenta que no tengo…” ¿Dónde guardo la paciencia que me acompañó durante tanto tiempo?
Una de las primeras clases que tuve sobre periodismo me dijeron que la pregunta perfecta en el momento indicado podía revelar una verdad absoluta. Esa que no tiene matices, que explica un panorama correcto sobre la realidad sobre la que estamos parados. Esa pregunta apareció un martes por la noche “¿qué pasa?”. En principio parecía vaga y esquiva. Pero ahí sobre la mesa me explicó lo que estaba buscando, la respuesta que rondaba por mi sistema nervioso: “me estoy viniendo viejo…”.
“Yo soy un hombre bueno, lo que pasa es que me estoy viniendo viejo; trataré de hacer las cosas a su tiempo, o sino no le daré importancia al cuerpo, oh no…”.
(1) “El viejo” es un tema publicado en el primer disco de Pappo’s Blues editado en 1971