Como por arte de magia!
- cufaneo
- 14 mar 2017
- 2 Min. de lectura
Ese dicho, que no sé de dónde sale, que no sabes lo que te depara el destino todo los días se hace carne. Un día cualquiera, éste o aquél otro. Pero fue hoy.
Despertar y trabajar, como cualquier otra jornada. Hasta que te enteras que ese tipo, no cualquiera, un amigo, partió y no hubo una despedida, ni un apretón de manos, menos un abrazo, duele el triple.
Para colmo, fue ese tipo que conociste mientras él hacía lo mejor que sabía. Para lo que había nacido, en lo que brillaba. Y aprender detalles, ideas, ritmos, aprender radio, no de cualquiera, sino del Mago, es algo que me voy a llevar siempre. Casi por casualidad nos encontró la radio, tejimos una amistad entrañable. Que perduró con los años y no importaba que pasara el tiempo sin vernos, pero lo que uno hace con sus amigos, elabora un código. Y las verdaderas amistades lo mantienen a pesar de todo.
El Mago podía ir del rock hasta el jazz, saltando por la banda de sonido de una película, y nombrando a Bowie en el entretanto, con la única elegancia que su vozarrón le daba. Así saltaba de un tema a otra, ahí aprendíamos, muchos.
Reconozco que algo le envidiaba (y que quede acá). La magia que tenía lo hacer estar siempre con una sonrisa, o al menos cuando se prendía la luz y salía a jugar. Porque el Mago siempre jugó, era un chico, jugaba en la radio, pero lo hacía con responsabilidad.
Tuve la suerte de compartir, películas, recitales, músicas, asados, trasmisiones, largas tardes de edición, almuerzos, cenas. En fin, todo lo que hacen los amigos.
Pero este no era una cualquiera, era un tipo que tenía un corazón que le ocupaba sus dos metros de altura.
Hasta siempre, Roberto Matthens. Te voy a extrañar.
Y gracias por la magia.
(NdR: tiene faltas de ortografía. Las palabras llegaron pocas horas después de su partida. Prefiero dejar la nota así.)
