De la Universidad y otros cuentos
- Facu Acuña
- 31 may 2018
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Empecé mi carrera universitaria en febrero de 2011. Hace pocos meses me pude recibir de Licenciado en Ciencia Política.
En los primeros meses de cursada, un docente me preguntó qué me llevaba a estudiar una carrera universitaria. Mi respuesta fue sencilla: “Quiero ser el primero de mi familia en tener una Licenciatura”. Lo entendía como un privilegio, el poder acceder a una casa de altos estudios a pocas cuadras de mi casa, a un par de colectivos.

Mi familia no tuvo esa “suerte”. Por tener que trabajar todo el día, de lunes a sábados, no pudieron estudiar en el nivel superior. Con el tiempo, escuchando a mis compañer@s, en la misma situación que yo, cambié la mirada. No se trataba de un privilegio, sino de un derecho fundamental que durante mucho tiempo a los del conurbano nos fue prácticamente negado.
Para estudiar había que viajar a la Ciudad de Buenos Aires o pagar una universidad privada. De familia laburante, la segunda no era una opción.
Pese a todo esto, de la gratuidad del acceso al estudio, seguir una carrera universitaria cuesta mucho. Soy de los que piensan que el Estado debería asegurar la gratuidad completa de los estudios (pasaje, apuntes, etc). Si el Gobierno está preocupado porque “los pobres” no pueden acceder a la Universidad debería tomar decisiones para facilitarles ese ingreso.
Hay much@s estudiantes de familias muy humildes en las universidades del conurbano, es muy probable que se les dificulte terminar la carrera. Pero de lo que estoy convencido es que de no existir las universidades de muchas provincias y del conurbano los más humildes estarían mucho más dificultados de un ingreso a una carrera universitaria.